El “mea culpa” de Barbie

Redaccion El Tequeno

La estrategia de mercadeo de la empresa fabricante de la muñeca más famosa del mundo, Barbie, es admirable. Barbie, la película, no solo bate récord de recaudación sino que es un producto transgeneracional, transgenérico, transcultural y controversial: atrae público de todas las edades y sexos en cualquier parte del mundo y ha puesto el tema de los roles de género en la agenda mundial, generando diversas reacciones, por supuesto.

El mea culpa de Barbie. Este juguete, ícono del estereotipo de la mujer ideal en Norteamérica y también en buena parte del mundo a mediados del siglo pasado, nace como la reencarnación de la imagen femenina en el medio y la forma que ahora la catapulta: el cine y la publicidad. Barbie es Marilyn, Barbie es Jane, Barbie es Brigitte y Claudia. Barbie es hasta Carmen Miranda.

Barbie es el summum de las divas, de la mujer deseada, las que ellas querían ser y ellos tener. Por supuesto, no todas las mujeres, ni todos los hombres. En cualquier plano hay disidencias, pero digamos que la mayoría de ellas deseaba ser como Barbie y la mayoría ellos tener una parecida, de carne y hueso, en su cama.

Barbie reforzó el canon de belleza femenina que imperaba a mediados del siglo pasado: piel blanca, ojos claros, cabellera dorada y cuerpo de sílfide. Eternamente joven y codiciable, pero con cierto recato para que no fueran a creer.  Barbie era eso…bueno todavía lo es.

Desde el nacimiento de Barbie los discursos sociales han cambiado y con ello los roles de géneros sexuales. Muchas de las mujeres de hoy son muy distintas a su madre y mucho más a su abuela en la manera de ser. También ha habido cambios en los papeles de los hombres, pero menos impactante.

La Barbie del siglo pasado se había convertido en una muñeca vintage y aunque las fans de Barbie, madres e hijas, siguen existiendo y les encanta el rosado y fucsia para afianzar su femineidad hay cada vez más niñas a las que no les gusta Barbie ni quieren ser como ella. Por razones comerciales, Barbie tenía que actualizarse.

La industria, cuya finalidad principal, y a veces única, es vender, decide romper el estereotipo de mujer que vendió hace medio siglo y lo hace saber en la radical y violenta escena con la que abre una película: niñas rompiendo violentamente a las muñecas vintage, la representación del pasado.

Hello, Barbie

Barbie despierta dándose cuenta de que el mundo ya no es el mismo. Saluda a sus congéneres del pasado: la negra, la hippie, la ejecutiva, la hawaiana, la maternal y emprende un camino para actualizarse y seguir siendo independiente, happy, como siempre lo ha sido.

Barbie, en su película, nos ha hecho un gran favor a quienes investigamos y divulgamos el tema del enfoque de género. Ha puesto en la agenda pública internacional el tema de las conquistas femeninas enfrentada a una sociedad fundamentalmente patriarcal, machista.  Esta película ha logrado hacerle saber a la gente lo que no lograrían miles de artículos, foros y congresos de especialistas para discutir esos temas.  ¡Aleluya!

Barbie, la película, refuerza la convicción de la industria del espectáculo: El siglo XXI es de las mujeres. Todo lo que tenga que ver con ellas vende.

En los últimos 50 años, las mujeres han transformado su rol social.  Muchas ya no quieren limitarse al rol de madre, como tampoco a que su deber sea servir a un hombre o ser símbolo u objeto sexual. Ahora, más mujeres quieren ser autónomas, valerse por sí mismas, defender su cuerpo.  Los creadores de “Barbie” escuchan el mensaje y se ponen a tono con los tiempos.

La Barbie del 2023 deja ver el avance social de las mujeres. Por ello, los grupos conservadores de la sociedad, fundamentalmente los religiosos, que andan en cruzada contra los logros femeninos que atentan contra el patriarcado, gritan en las redes sociales a través de mensajes anónimos. 

Para el público conservador, Barbie, la película, es una amenaza social porque “lo que hace (Barbie) es que una mujer sea mujer por su belleza física”. Nada nuevo bajo el sol. ¿No será que les asusta que el papel principal de la mujer deje de ser la maternidad?

“La familia tradicional es irrelevante (en la película)”, dicen, pero no se es que la familia tradicional sea irrelevante sino que, según la sociología actual, hay varias formas de familia, no una sola, como la sagrada familia.

“Cualquiera puede ser una Barbie, incluso un hombre “Doctor Barbie” es trans”, exponen. Ojalá fuese así, las mujeres pobres, las indígenas, las gordas, las feas, por razones físicas, por decir algunas entre muchas razones, les está negado ser una Barbie y que el Doctor. Barbie sea trans es un avance social. La sociedad no tiene por qué condenar a las personas trans a ciertos oficios estereotipados.  Ellas son personas con igualdad de derechos que las no trans.

“Los hombres son inútiles, algo de eso hay en el mensaje de la película, un planteamiento del feminismo radical, carente de sentido. El futuro es feminista y sexualmente diverso; las mujeres son las cabezas, los hombres se someten. El slogan clave de la película es:  Ella es todo; Él es solo Ken”, un eufemismo para  decir: “él solo es bueno para el sexo”, comentan. ¡Guau!, eso sincera al discurso conservador: la gran amenaza social está en el avance de las mujeres. Si las Barbies de 2023 florecen, los hombres pueden perder su poder omnipotente. Una oda a la dictadura patriarcal. El equilibrio de género no trata de voltear la tortilla sino de dorar las dos caras, en equidad.

Barbie, la película, trata un tema de gran actualidad y de allí su valor, aunque, como es lógico, todo su discurso es comercial, color de rosa.

Leoncio Barrios | @Leonciobarrios

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