Somos más que petróleo

Redaccion El Tequeno

En el transcurso de su historia, Venezuela ha enfrentado dificultades al intentar definir una identidad cultural distintiva. En el ámbito internacional, lamentablemente, nuestra nación se ha asociado principalmente con la riqueza petrolera, la belleza de sus mujeres y, más recientemente, con una profunda crisis política, social y económica.

Desde que éramos niños, nos decían que Venezuela poseía innumerables bondades, la mayoría relacionadas con sus recursos minerales, pero lamentablemente muy pocas vinculadas a la generosidad de su gente, la belleza y diversidad de su geografía, su prominente cultura y su rica oferta culinaria, entre otras cualidades.

No obstante, existen tesoros ocultos de los cuales se habla muy poco, pero que encierran el verdadero complejo y rico tejido de nuestras tierra y habitantes. Estos tesoros son productos que han obtenido la Denominación de Origen Controlada (DOC), un distintivo internacional que reconoce manufacturas o géneros que poseen condiciones geográficas, meteorológicas y capacidades transformacionales únicas en el mundo.

Un ejemplo de esto es el cacao de Chuao cuyo sabor se disfruta en Europa y Japón a través de excepcionales chocolates venezolanos. Chuao alberga una de las plantaciones de cacao más grandes y antiguas donde se cultiva un cacao apreciado por su alto valor genético y sus características organolépticas únicas. Este cacao da lugar a semillas con sabores complejos e irreproducibles.

Para conservar estas características, los cultivadores de cacao venezolanos han mantenido la pureza genética del cacao vernáculo, realizando cruces cuidadosos únicamente cuando es necesario y descartando las especies que comprometen la esencia de la semilla.

Además, han preservado las técnicas ancestrales y artesanales de fermentación en cajones o tablas de apamate, alejándose de la industrialización. A diferencia de otros recursos naturales, los venezolanos han defendido con pasión las matas de cacao de sus abuelos, lo que ha dado lugar a joyas de sabor y aroma que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.

La combinación única de elementos naturales, perseverancia cultural y pequeños defectos en el procesamiento del grano ha convertido a Venezuela en el país con la mayor riqueza genética en las escasas variedades de cacao que poseemos, lo que nos ha permitido destacar en la pastelería y la bombonería de alta calidad a nivel mundial.

Chuao es el único cacao que cuenta con la certificación de origen controlado, pero actualmente, otros cacaos, como Carenero, Caripito y Cajigal, siguen el mismo camino, cada uno con rasgos y matices verdaderamente únicos para el paladar.

Otro orgullo venezolano es el ron que los productores venezolanos han perfeccionado desde el siglo XIX, elaborando un destilado cuidadoso, delicado y envejecido con los más altos estándares de calidad, reconocido por los expertos más exigentes de todo el mundo.

Las condiciones climáticas de Venezuela permiten que las cañas utilizadas para su producción sean únicas en su especie. El proceso de destilación y envejecimiento en barricas de roble nunca ha cedido ante la tentación de la prisa, la producción en masa o la industrialización. Esto ha dado como resultado un ron de color ámbar oscuro, robusto y delicado, dulce y seco al mismo tiempo. Los reguladores venezolanos del sector exigen que el alcohol destilado de la caña permanezca en barricas durante un mínimo de dos años para ser considerado ron.

Esto ha llevado a que el ron venezolano sea el primer ron con Denominación de Origen Controlada en el mundo, conocido como Ron de Venezuela. El ron venezolano ha ganado más de 500 premios internacionales y se destaca como el ron más galardonado del mundo en la categoría Ultra Premium, representado por marcas reconocidas como Santa Teresa, Diplomático, Carúpano, Ron Roble, Cacique y Pampero.

Hace unos cuantos meses atrás, se anunció la adquisición de Ron Diplomático y su empresa productora, Destilerías Unidas, por parte del grupo internacional Brown-Forman, propietario de marcas conocidas como Jack Daniels.

En el pasado, Ron Santa Teresa de 1796 pasó a formar parte del portafolio de productos de la gigante multinacional Bacardí. En ambos casos, la condición para la alianza comercial o adquisición por parte de multinacionales ha sido mantener los altos estándares de calidad del ron venezolano.

El Cocuy pecayero de Falcón y el de Lara es otra joya venezolana. Se trata de una bebida ancestral obtenida a partir de los mostos fermentados y posteriormente destilados de la planta Agave Cocui. Este destilado, con un contenido alcohólico de 50 grados, presenta un ligero sabor y aroma ahumados que son característicos de la penca horneada.

La singularidad del Cocuy radica en la cuidadosa selección y procesamiento manual de las plantas que maduran durante 8 a 12 años por parte de maestros cocuyeros con generaciones de tradición en el suroeste de Coro, Falcón, donde se produce el Cocuy Pecayero, el primer cocuy con Denominación de Origen Controlada de Venezuela. Además, en Lara, recientemente se ha reconocido con una indicación geográfica protegida la producción de un excepcional cocuy local.

Este año, hemos sido testigos de la aparición de diversas marcas de Cocuy Premium en el país que han obtenido importantes reconocimientos en competencias internacionales, superando incluso a los tradicionales destilados de agave mexicanos.

Más que petróleo

Venezuela es mucho más que petróleo. A lo largo de nuestra historia, hemos buscado una identidad y un sentido de pertenencia que vaya más allá de la economía basada en la explotación petrolera y el comercio portuario. A pesar de los desafíos, historias como las del cacao, el ron y el cocuy han emergido como testimonios de nuestra identidad única.

Además de estas delicias, nuestra nación alberga una diversidad de manifestaciones culturales, costumbres y expresiones artísticas que merecen ser reconocidas, al igual que nuestros quesos, el ají margariteño, el cangrejo azul de Maracaibo, el ganado raza Carora, la chicha andina, la papa merideña, el café de Sarare y muchas otras maravillas autóctonas.

Nuestro gentilicio, resultado del mestizaje y la influencia de diversas culturas a lo largo de la historia, nos define como un pueblo cálido, trabajador, abierto y divertido. Este aspecto también merece una denominación de origen controlada: ser venezolano.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué estamos esperando para promover y compartir nuestra auténtica venezolanidad con el mundo? No se trata solo de petróleo ni de certámenes de belleza.

Oscar Doval | @OscarDoval_

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