Se subió a un Uber y la charla con un chofer venezolano lo condujo al negocio de su vida

Redaccion El Tequeno

Puede sonar cliché, pero hay personas que realmente pueden puntualizar un momento específico en el que se coló una idea que cambió sus vidas. A Diego Amondaray le pasó algo así. Se tomó un Uber cerca de la Facultad de Derecho y conoció a Luis Sequea,  conductor venezolano que cambió su sensibilidad con respecto a una población en particular: la migrante que llega a la Argentina escapando de su realidad o en búsqueda de construir una nueva.

Como abogado laboralista, tenía una deformación profesional -como se le dice en la jerga- que lo hizo reflexionar en ciertas características del trabajo de Sequea. ¿Qué pasa si se enferma durante un tiempo prolongado? ¿Podría tomarse vacaciones? Si tiene una emergencia médica mientras conduce, ¿lo cubre un seguro? Le surgieron miles de preguntas más sobre los desafíos diarios de los trabajadores independientes. No solo los de Uber o Cabify, sino también los repartidores de Rappi o Pedidos Ya, aunque sus interrogantes podrían aplicar a cualquier freelancer.

Así comenzó Nippy, una start-up que busca proveer servicios a trabajadores de la gig economy. Arman alianzas con empresas de diversos sectores para brindarles beneficios en atención médica, herramientas de trabajo, seguros, finanzas, telefonía y asesoramiento.

Nippy se orientó hacia un modelo B2B, en el que llegan a los consumidores finales a través de las plataformas en las que ellos trabajan. Para ello sellaron acuerdos con empresas como las principales firmas de última milla en la Argentina, Paraguay, Chile y Uruguay. Actualmente emplean a 32 personas y ya alcanzan a más de 200.000 trabajadores.

Uno de sus proyectos más recientes, el Plan Rider, que otorga descuentos y minutos libres de Internet a repartidores, fue lanzado en conjunto con Claro. Además, ofrecen créditos para la compra de bicicletas y motos, herramientas de trabajo clave para las personas que componen la fuerza productiva del sector.

Otro de los problemas que detectaron es la falta de lugares de descanso para los repartidores en la vía pública. “Es usual verlos tirados en la calle, en las veredas, mientras esperan sus pedidos o frenan un rato. Tienen que ir a los baños de estaciones de servicio o pedirles a los comerciantes que les permitan usar el de sus locales”, explicó Amondaray.

Para resolverlo, desde Nippy crearon estaciones (Nippy Centers) que se instalarán en las principales ciudades donde funciona la aplicación. Contarán con livings, servicios básicos y estaciones de reparación con instrumentos básicos para ajustar ruedas, inflar gomas o hacer arreglos básicos a los vehículos.

“La proyección para los próximos tres años es llegar a 30 países y facturar US$1 millón anuales”, consideró el fundador de Nippy. Hace poco, recibieron inversiones por un total de 500.000 dólares y ganaron varios premios. En marzo, fue seleccionada entre las tres mejores startups de Argentina en el encuentro de innovación Startup Olé en Latinoamérica.

Por Camila Dolabjian

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